Entre los rotos, la herida de la violencia intrafamiliar

Hugo Arrevillaga extrae de Entre los rotos, novela de Alaíde Ventura, una forma de hacer catarsis durante esta pandemia, etapa que ha provocado heridas y duelos en muchas personas. En su versión para teatro, el dramaturgo platica que su objetivo es dar a los espectadores una brújula que oriente y dé esperanza
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Así como en Japón se practica el kintsugi, el arte de reparar una pieza de alfarería rota pegándola con laca de oro y plata con el fin de que el hilo delate su ruptura; los humanos conservan cicatrices, marcas que revelan las heridas vividas a lo largo del paso de los años y, cada una, cuenta una historia.

De alguna manera, las personas se encuentran un poco rotas, pero esto forma parte de la vida misma, reflexión a la que llegó el dramaturgo Hugo Arrevillaga al descubrir la novela de Alaíde Ventura, Entre los rotos; en ella, la protagonista recibe una bolsa de plástico con fotografías de toda su historia familiar, se la entrega su hermano momentos antes de morir.

Este libro sedujo a Arrevillaga, quien, desde las primeras páginas leídas, tuvo la certeza que debía llevarla al arte escénico.

“Yo ya había localizado el trabajo de Alaíde, me parece muy relevante, había leído Caracol, su primera novela, y me pareció extraordinaria y super pertinente, sensible, muy directa en un lenguaje para los jóvenes lectores. En medio de la pandemia recordé que tenía pendiente Entre los rotos y empecé a leer, para mi sorpresa no paré hasta que terminé” relata el dramaturgo a Reporte Índigo.

Arrevillaga narra que se trata de una novela escrita como una especie de haikús entrelazados, son pequeños fragmentos donde, con el correr de las páginas, se narra la descripción de las imágenes.

Los recuerdos van brotando, salen de las páginas para descubrir el pasado de la protagonista. Así, el dramaturgo fue hilando estos pasajes junto a la actriz Patricia Loranca para transmitir un mensaje poderoso a través del teatro.

“El lector va entretejiendo su propia historia, no te das cuenta cuando tú mismo o misma te encuentras revisando tus propias fotografías familiares, que las tienes recopiladas en tu cabeza y se vuelve una bomba de tiempo, página tras página se vuelve más emotivo, me parecía inquietante, uno se resiste llegar al final porque esa bomba de sentimientos va a explotar entre tus manos”, indica.

En proceso de investigación

Para poder hacer esta obra, Hugo y Patricia tuvieron que informarse sobre la violencia intrafamiliar, pues la protagonista de la obra Entre los rotos, quien para su versión teatral lleva por nombre Alaíde en honor a la autora, vive en un hogar en el que su padre violentaba a su mamá, a su hermano y a ella, hasta que un día su hermano encuentra en el suicidio el fin del problema.

“Mientras leía la novela me daba cuenta de las relaciones que vivimos dentro de la familia, todo lo que se va estableciendo dentro de nuestros primeros años rodeados de nuestro padre y madre. Insemina justamente en nuestra personalidad y justo en el caso de esta historia es relevante ver cómo esas heridas son, a veces, más profundas, más permanentes, aunque no sean físicas”, explica.

Para el dramaturgo es importante llevar a escena este tipo de historias, por más desgarradoras que sean, pues tienen un mensaje potente y emotivo que invita a la reflexión, sobre todo a los jóvenes, a quienes considera son los que regularmente sufren este tipo de violencia que los puede marcar para toda su vida.

Asimismo, indica que realizar esta obra lleva consigo una responsabilidad, por lo que estuvo inmerso en una investigación muy profunda sobre los contenidos que aborda.

Hicimos una revisión exhaustiva con este tema, tratando de darles muchas pistas emotivas para construir el personaje de la hermana. Como bien dice ella, vio la violencia ejercida hacia su hermano, pero no hizo nada, se queda con una carga de conciencia, una culpa muy profunda por no haber confrontado al padre y no haber salvado a su hermano, no haber hecho nada para que el padre parara la violencia ejercida, que también violentaba física, verbal y psicológicamente a ella y a la madre”, cuenta.

Lamentablemente esta historia bien pudo haberle sucedido a cualquier familia, porque las cifras de violencia intrafamiliar aumentaron durante la presente pandemia. Por ello, era más latente la necesidad de profundizar en ello con esta obra.

“Fue importante para nosotros tener un objetivo muy claro, y en la pandemia, si no te mata el virus, te mata la violencia intrafamiliar. Tengo la sensación de que todavía no conocemos los estragos psicológicos que la pandemia ha ido dejando o dejará. La figura de los padres se fue derrumbando frente a la mirada inocente de los niños”, opina.

Abrazar el duelo en Entre los Rotos

Sin embargo, llevar estas historias a escena no es algo ajeno para Hugo, pues se dio cuenta que el duelo, el dolor y la pérdida son parte de su columna vertebral y que, a través de las obras de teatro, se puede sanar.

Gran parte de su repertorio aborda temas sensibles para la sociedad, pero al escribirlas, desbordarlas y compartirlas con los actores y actrices se crea un vínculo que lo ha fortalecido.

“Quiero pensar que lo he abordado por una necesidad muy personal, hace poco más de 15 años perdí a mi madre y esa raíz, esa herida, la plasmé en una obra que, además, pude compartir con mi padre y hermana. Vi a mi papá cómo se derrumbó frente al escenario, pero lo fortaleció y le había dado mucha felicidad haberla visto”.

“Fue una experiencia que se quedó dentro de mí y que ayudó a mi familia, después de la pérdida de una mujer que él amó profundamente y que lo fortaleció, le dio esperanza, después me dijo que la obra lo salvó de una forma”, cuenta el dramaturgo.

“Para mí el teatro es el lugar de catarsis que tanto necesitamos, desde la aparición de la tragedia griega, pues justo estas historias aparecían para generar una catarsis entre la comunidad, de resarcir sus heridas, restablecerse como sociedad”
Hugo ArrevillagaDirector escénico

A partir de aquella experiencia quedó marcado en él esta forma de narrar sus historias y de preguntarse qué hace una persona después de la muerte de un ser querido, qué puede hacer quien logra sobrevivir, quienes se quedan en la Tierra y viven con la herida.

“Pensaba que esta historia habla de sentir que necesitamos enfrentar la tormenta del COVID-19 y que todas mis historias, temas terribles que he trabajado, quiero ponerlas al servicio de esta historia en particular. El teatro me ha parecido una posibilidad muy generosa de poder hacer el diálogo con todos aquellos que nos quedamos, incluso, pasar el duelo”, reflexiona Hugo Arrevillaga.

El papel del teatro

Para Hugo Arrevillaga, los artistas tienen que inocular el veneno de la tragedia para poder generar el antídoto en los espectadores.

“A los artistas nos toca experimentar en nuestro propio ser y conciencia, emerger del dolor de los personajes y aparecer con algo valioso entre las manos para depositarlo en el corazón de los espectadores y que lo puedan llevar a su casa, darles esa brújula para que se vuelvan a encontrar. En el teatro lo vivimos de manera catártica, de pasar de ser extraños que, de pronto, atravesamos todo un mar extraordinario para llegar a la orilla juntos, siendo compañeros de viaje”, opina Hugo Arrevillaga.

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