Infieles de cuerpo y alma

Que las mujeres se involucran en una aventura sexual extramarital por descontento con su pareja, porque se sienten solas. Que los hombres suelen tener un mayor número de affaires, que si engañan por mero impulso sexual, porque les excita y no porque estén insatisfechos con su matrimonio… 

Décadas de investigación sobre la infidelidad han arrojado innumerables explicaciones y teorías sobre los diferentes motivos que empujan a ambos sexos a “poner el cuerno”. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
Comparte esta nota

"Finalmente, el engaño afectivo es el que más nos cuesta perdonar"
Alicia Gallotti Periodista y escritora de divulgación sexual
https://www.youtube.com/watch?v=jeT-cXwdEZQ

Que las mujeres se involucran en una aventura sexual extramarital por descontento con su pareja, porque se sienten solas. Que los hombres suelen tener un mayor número de affaires, que si engañan por mero impulso sexual, porque les excita y no porque estén insatisfechos con su matrimonio… 

Décadas de investigación sobre la infidelidad han arrojado innumerables explicaciones y teorías sobre los diferentes motivos que empujan a ambos sexos a “poner el cuerno”. 

Incluso existe evidencia que indica que la probabilidad de que una mujer casada se involucre en una aventura extramarital alcanza su pico máximo en el séptimo año de matrimonio, para después comenzar a disminuir. 

Mientras que la de un hombre disminuye con el paso del tiempo, hasta los 18 años de matrimonio. A partir de ahí, aumenta su probabilidad de tener un affair. 

Pero al menos existe algo con lo que seguramente muchos, sino es que todos, coinciden: con excepción de las personas que, por mutuo acuerdo, mantienen relaciones sexuales fuera de la pareja, una infidelidad es dolorosa para cualquiera, sin importar el género. 

Esto, independientemente del tipo de infidelidad. Porque si bien el Diccionario Oxford define el adulterio como la “relación sexual voluntaria entre una persona casada y una persona que no es su cónyuge”, esta definición ha sido ampliada por investigadores actuales, señala la antropóloga estadounidense Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, en un artículo titulado “Infidelidad: dónde, cuándo, por qué”.

Mejor conocida por sus investigaciones sobre la “química del amor”, evidencia que compartió en  su popular conferencia de TED de 2006 titulada “Por qué amamos, por qué engañamos”, Fisher  alude a tres tipos de infidelidad: sexual (“intercambio sexual sin involucrarse sentimentalmente”), romántica (“intercambios románticos sin involucrarse sexualmente”) y la infidelidad que mezcla ambos tipos. 

Hasta la infidelidad en la Red, producto del uso creciente de las redes sociales, puede lastimar tanto a engañado (a) que la descubre como la misma infidelidad física, como el año pasado demostró un estudio encabezado por Jaclyn Craven, candidata a doctorado del Programa de Terapia de Matrimonio y Familia, de la Universidad Tecnológica de Texas, cuyos resultados fueron publicados en Contemporary Family Therapy.

Como dijo a El Clarín Adriana Guraieb, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA): “no importa si el affair es cercano o virtual, no importa si el amante vive en otro país y no se pueden encontrar físicamente. Acá la distancia no juega, porque todo pasa por la cabeza: juega lo emocional”. 

Traición sexual vs. emocional

Y son precisamente estos diferentes tipos de affaires –infidelidad sexual y emocional– los que influyen en la forma en la que los hombres y las mujeres reaccionan ante una traición de pareja. 

Un nuevo estudio realizado por la Universidad Estatal de Kansas confirmó lo que un cúmulo de investigaciones ha documentado desde hace años sobre las diferencias de género en las actitudes hacia la infidelidad conyugal: a los hombres les “cala” más la infidelidad de tipo sexual, que la emocional. Y lo contrario sucede con las mujeres. 

Aunque en dicho estudio, cuyos resultados fueron publicados este año en la revista científica Evolutionary Psychology, se abarcó una muestra de 477 adolescentes heterosexuales –238 hombres y 239 mujeres, con una edad promedio de 19 años–. 

Para evaluar las diferencias entre ambos sexos en sus reacciones ante la infidelidad sexual y emocional, los participantes contestaron diversos cuestionarios con preguntas del tipo: “¿qué te causaría más molestia: imaginar a tu pareja disfrutar de una relación sexual apasionada con otra persona o imaginar a tu pareja formando un vínculo emocional profundo con otra persona?”. 

La evidencia de dichas diferencias de género han surgido tanto en respuesta a escenarios hipotéticos de infidelidad –establecidos en el presente estudio– como a experiencias reales de una infidelidad. 

Así lo demostró un estudio publicado en el 2006 en la misma revista científica, en el que se reveló, que los hombres “experimentaron más celos en respuesta a aspectos sexuales de una infidelidad real, mientras que las mujeres experimentaron más celos en respuesta a los aspectos emocionales de la infidelidad”. 

Los hallazgos de los estudios anteriores coinciden con aquellos arrojados de investigaciones realizadas en poblaciones de distintos países. 

Helen Fisher apuntó que “un sinnúmero de variables psicológicas, culturales y económicos juegan un papel en la frecuencia y en la expresión de la infidelidad. Pero una cosa está clara: la infidelidad es un fenómeno mundial que ocurre con notable seguridad, pese a la desaprobación casi universal de este comportamiento”. 

Por ‘salvar el pellejo’

Las causas de las diferencias de género en las reacciones ante los tipos de infidelidad sexual y emocional suelen ser explicadas por una teoría evolucionista, la cual plantea que, los hombres, “nunca pueden tener la certeza absoluta de que un bebé lleva sus genes”, explicó el citado estudio de la Universidad Estatal de Kansas. 

La incertidumbre respecto a la paternidad los pone en riesgo de invertir recursos en el hijo de otro congénere. 

Desde el punto de vista genético, esto es perjudicial para el sexo masculino, porque no solo está “despilfarrando recursos que podrían destinarse a su propia descendencia, sino que de hecho también está ayudando a los hijos de su rival”, agregó la investigación.

Y subrayó que “esta perspectiva debería hacer a los hombres diferencialmente sensibles a la infidelidad sexual por parte de su pareja”. 

Mientras que las mujeres enfrentan el problema de tener que garantizar una constante inversión paternal por parte del padre de su hijo. Porque a medida que el hombre se involucra con alguien más del sexo opuesto, se pierde o se disminuye el compromiso emocional en su relación actual. 

El estudio también señaló que, al recurrir a otras mujeres, un hombre puede aumentar su estado físico y realizar una mayor contribución genética a la siguiente generación. A su vez, baja la inversión en la relación actual. 

Por ende, este posible escenario, “debería hacer a las mujeres diferencialmente sensibles a la infidelidad emocional por parte de su pareja”. 

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil