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El reto. Ése es el motor que empujó al regiomontano Gilberto “Gilbo” Jiménez a llevar su gusto por la escritura de cuentos a otro nivel: del papel al cine.
El hecho de no haber estudiado una carrera de cinematografía no fue una limitante para que este biólogo químico consumara el sueño de llevar uno de sus guiones a la pantalla grande.
Uno de sus tantos guiones, “Victoria”, se tradujo en el primer cortometraje escrito, dirigido y producido por el mismo Gilbo. La fotografía y producción están a cargo de la argentina Verónica Amil (“Memoria de mis putas tristes”, “Capadocia”, “Click”) y la mexicana Gloria “Pekas” Lozano (“El día después de mañana”, “Amores Perros”, “La máscara del zorro”), respectivamente.
“Me metí a un pequeño cursito en Internet acerca de cómo escribir en formato de guión”, cuenta el joven de 30 años en entrevista para Reporte Indigo. “Todo lo encontré en línea 100 por ciento. Es un buen tip para el público”.
“Aprendí a escribir en formato de guión y me encantó”, dice. Sobre todo le gustó el reto de que cuando elaboras un guión de cine no tienes ciertos beneficios de escribir “lo que no se ve”, como en otras narrativas.
El siguiente paso fue tocar puertas. Hacer llamadas, enviar correos, acercarse a los allegados al mundo del cine, preguntar, moverse. “Sin pena”, afirma, “viendo quién me podía ayudar”.
Jiménez hace hincapié en que el equipo de profesionales que lo apoyó durante los cinco días de filmación y el trabajo de postproducción fue clave para que “Victoria” se hiciera realidad.
“Básicamente fue ella la que me tomó de la mano e hizo que todo sucediera”, dice Jiménez, refiriéndose a Amil.
Gilbo, quien tiene siete largometrajes escritos –uno de éstos en preproducción–, recomienda a todos aquellos que tengan la “espinita” de hacer cine que busquen la forma de hacerlo.
“Crea un buen guión” y “ponte a filmar”.
Gilbo enfatiza en que el bajo presupuesto no sea una excusa para abandonar una idea o un sueño. “El chiste es que te pongas a trabajar”, con los recursos que se tengan.
“Si estás muy orgulloso de tu primer guión, que grabaste con una camarita chiquita, con tu iPhone, con tus amigos, pero hiciste muy buen trabajo en edición, en vender la idea, y tu cuento está muy bien contado, retómalo después, no pasa nada. Pero tienes que empezar”, reitera.
Todos somos ‘Victoria’
El cortometraje narra la historia de Victoria (Cristina Rodlo), una modelo que experimenta el rechazo de la sociedad, incluso de su propia familia, a raíz de ser víctima de una violación. Nada lejos de la realidad.
Tanta es la soledad de Victoria, que decide subir un video a Internet dirigido a su agresor, un hombre cuya identidad desconoce, a quien le pide que se reúnan para conversar.
El contenido se hace viral. Nuevamente, nada de lo que seamos ajenos.
“Todo el arte tiene que tener un por qué, tiene que ser una ventana a nuestra propia humanidad”, indica Gilbo respecto a la trama de “Victoria”.
El también piloto de carreras señala que estamos familiarizados con el contenido que circula en redes sociales donde se pone en evidencia “cómo se trata peor a la víctima que al responsable. De cierta manera sí quise ponerle un foco a eso. Quise sacar a relucir cómo a nosotros, una sociedad ‘civilizada’, nos encanta abusar de los débiles”.
“Se habla mucho acerca de las barbaridades de las épocas romanas cuando el entretenimiento de las personas era aventarle el cristiano al león y ver qué pasaba, cómo se lo comía. Esa necesidad de morbo, de ver sufrir a los demás. Los alemanes tienen una palabra, schadenfreude que es derivar placer del sufrimiento ajeno. ¡Qué horrible necesidad para tener una palabra! Pero existe”.
Agrega que la sociedad “civilizada” ha llegado a un punto donde se abusa del otro aún más gracias a las redes sociales, donde “estás tan cerca pero estás tan lejos”, lo que propicia “que tú estés cómodo en tu distancia, defendido, protegido, pero estés cerca para atacar”.