Las dos caras de la Luna
A sus 27 años, Verónica Mélendez es una reconocida youtuber que ha sido de todo: actriz porno, cantante, dj, cristiana, y ahora escritora; la joven regiomontana se encuentra promocionando su autobiografía
Rubén Zermeño[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_xvxvygz5″ responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /]
Luna Bella está agonizando. Día tras día es eclipsada por la sombra de Verónica Mélendez Coronado, una mujer de 27 años que sueña con ser escritora.
Atrás quedaron los excesos, los abusos, las drogas, el sexo, la desnudez y la oscuridad que caracterizaron por más de 5 años a la pornstar más famosa de México, ‘Mujer Luna Bella’.
“Todos tenemos dos caras y siempre sabemos cuál mostrar en cada momento, nuestra parte oscura o nuestra parte de luz”, comenta Verónica, en entrevista a Reporte Índigo en plena promoción de su libro Luna Bella. La porno-youtuber que escandalizó a México. Una descarnada autobiografía.
La joven regiomontana es fiel a esa dualidad hasta para vestir, la parte baja de su atuendo es blanca y no muestra piel alguna; arriba, una pequeña blusa de pocos centímetros de tela color negra deja ver el dije de plata de una luna en cuarto creciente del cual nunca se separa.
Desde niña, confiesa Verónica, siempre vivió entre luz y oscuridad, la única luz que tenía era la de la Luna, de ahí su fascinación. Padeció golpes y violencia de su padre alcohólico, abusos sexuales y discriminación por su color de piel y pobreza. Por eso decidió escribir el libro, como terapia para soltar los demonios que la aprisionaron desde corta edad.
En 2012, Luna le ganó la primera batalla a Verónica, drogada se desnudó en el Metro de Monterrey. Las imágenes llegaron a miles de hogares, su rostro y su cuerpo aparecieron en la portada de cientos de periódicos de publicación nacional.
“En el Metro fue la primera vez que consumí drogas, estaba muy drogada y no sabía lo que estaba haciendo, creía que estaba en el table, me agarré del tubo, bailé, hice y deshice hasta que llegó la seguridad”, recuerda Luna, quien entró a trabajar a los 16 años a un table dance en Monterrey.
Afortunadamente para ella, los del personal de seguridad eran sus seguidores y clientes en el centro nocturno en el que trabaja y la dejaron “pelarse”.
Al día siguiente, con resaca física y moral, su hermano le avisó que estaba en todos lados. Los 15 mil seguidores que tenía en redes sociales se convirtieron en medio millón. Tenía que aprovechar esa fama, comenta.
“Tenía el foco hacía mí y me dije ‘ahora qué voy a hacer, de qué les hablo’, De cocina, no sé cocinar más que huevo con salchicha, huevo con jamón, huevo, huevo, huevo (…) Me dije ¿qué se hacer? Lo único que se hacer es tener sexo, entonces les voy a hablar de sexo sin pelos en la lengua, les voy a platicar mis experiencias, lo que a mí me ha funcionado, tips para hombres y mujeres. De pronto me volví viral por dar consejos sexuales”, recuerda la ahora escritora.
Los seguidores los ganó primero por morbo, después en la calle, las parejas le agradecían por sus tips, muchos de ellos salvaron varias relaciones.
Con la fama llegaron las críticas, los detractores, el escarnio y el bullying mediático, pero a diferencia de cuando era niña, su nueva piel gruesa y curtida ocasionaba que se resbalaran.
Verónica es la mayor de seis hermanos, padeció pobreza extrema, había días en los que ella y sus hermanos no tenían para comer ni vestir, por lo que llegó a pedir limosna y a robar en tiendas. Entró a los 16 años al mundo de los clubes nocturnos, después le agarró el gusto al dinero y a las drogas, por varios años no pudo salir de ese ambiente. Verónica había sido eclipsada totalmente por Luna.
“En ese ambiente me encontré con narcotraficantes, con gente de trata de blancas, con gente envidiosa que me llegaban a quemar con el cigarro. Estuve tres veces al borde de la muerte”, narra.
La primera vez de Luna fue cuando un supuesto asesino en serie intentó estrangularla hasta la muerte. La sagacidad que aprendió tras años de sobrevivir a maltratos la ayudaron a librarse.
“Había un momento en el que a mí me golpeaban y yo ya no sentía nada, no sentía los golpes, ya no lloraba, no me dolían. Eso me ayudó a defenderme en contra de ese tipo”, asegura la ex bailarina.
El daño físico no pasó a mayores, pero el trauma psicológico provocó que durante tres meses Luna viera en todas las personas el rostro de su agresor. “A veces, al momento que me tocan el cuello regresa su rostro”, recuerda.
Después vino un intento de envenenamiento y luego uno de suicidio.
Luna quiso que regresara Verónica y enterrar a su alter ego que la iba comiendo y destruyendo cada vez más rápido por lo que acudió a un retiro cristiano.
Ahí encontró la paz, pero el rigor y lo estricto de su doctrina ocasionó que nuevamente viviera una doble vida.
“Me dicen no fornicaras, yo no estoy casada con mi pareja entonces estoy fornicando, me sentí hipócrita, para qué venir a darme golpes de pecho el domingo cuando toda la semana estoy fornicando con mi novio y estoy yendo al antro”.
Desde niña Verónica quiso ser escritora. Luego de los primeros sueldos del table pudo comprar una laptop y comenzar a teclear. A 5 años de distancia y con un libro publicado confiesa que no se lo cree, que ella no será escritora hasta que haya terminado una carrera y escrito dos o tres libros más.
Mientras Luna está muriendo, Verónica renace.
“Lo solté y me siento feliz, lo logré”, confiesa.