El gran científico y filósofo argentino Mario Bunge no tendrá ningún tipo de ceremonia tras su muerte la noche de este lunes, una petición que solicitó como último deseo a su familia, según su propia descendencia.
La muerte del argentino nacido en Buenos Aires el 21 de septiembre de 1919 se dio a cinco meses de haber cumplido 100 años de edad, y tras haber ganado múltiples premios por sus reconocidas investigaciones.
Fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y Comunicación en 1982 por la influencia internacional de su filosofía. También recibió más de una veintena de doctorados honoris causa, además de cuatro profesorados honorarios en universidades europeas y americanas.
Durante su larga y próspera vida, también se dedicó a dar clases, primero fue profesor de Física Teórica y Filosofía en la Universidad de La Plata y luego en la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad era profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill (en Montreal), donde impartía clase desde 1966.
Su libro más conocido es La ciencia, su método y su filosofía, publicado en 1960, en el que explica las bases del método científico, pero ha escrito docenas de libros más sobre filosofía de la ciencia y epistemología, y también sobre física teórica, psicología, matemáticas y ontología, entre ellos los ocho volúmenes de su Tratado de filosofía básica.
Bunge fue maestro e inspiración de toda una generación de científicos hispanohablantes. Con motivo de su 100 cumpleaños, el neurocientífico Ignacio Morgado lo celebraba así: “Trabajador infatigable y diligente, en su retiro canadiense, Mario Bunge sigue ocupándose actualmente de temas de ciencia, filosofía política y filosofía y sociedad”.
Tras su muerte, diferentes universidades, instituciones y personajes lo despidieron, como la Universidad de Buenos Aires, (UBA), la Cineteca de Uruguay, el Colegio de México (Colmex), el abogado Miguel Alberto Piedecasas y la filósofa y científica Roxana Kreimer, entre otros.
Bunge estaba casado con la matemática italiana Marta Cavallo y tenía cuatro hijos, todos ellos profesores universitarios (su hija Silvia es una reconocida neurocientífica), 10 nietos y otros tantos biznietos.