Precaución: abejas a la baja
El denominado Síndrome del Colapso de las Colmenas (CCD, por sus siglas en inglés), un fenómeno caracterizado por la desaparición abrupta o la muerte masiva de la mayor parte de una colonia de abejas, observado desde hace una década en Estados Unidos y Europa, parece no dar tregua a los apicultores estadounidenses.
Eugenia Rodríguez
El denominado Síndrome del Colapso de las Colmenas (CCD, por sus siglas en inglés), un fenómeno caracterizado por la desaparición abrupta o la muerte masiva de la mayor parte de una colonia de abejas, observado desde hace una década en Estados Unidos y Europa, parece no dar tregua a los apicultores estadounidenses.
Y es que la epidemia de este misterioso mal ha proliferado en Estados Unidos al grado tal de haber dejado como saldo en 2012 la aniquilación de entre el 40 y 50 por ciento de las colmenas de abejas domésticas (Apis mellifera o abejas melíferas), claves en el proceso de polinización de una gran variedad de cultivos de ese país.
Aunque se desconocen las causas concretas de este importante declive de la población de abejas, expertos apuntan a la toxicidad de los neonicotinoides, sustancias derivadas de la nicotina presentes en insecticidas –que absorben las plantas–, con un efecto letal en este tipo de insectos.
A raíz de un reciente informe publicado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), que asocia el uso de estos derivados con la disminución de las colonias de abejas, la Comisión Europea (CE) lanzó la propuesta de prohibir durante dos años los pesticidas clotianidina, imidacloprid y tiametoxam (neonicotinoides), y limitar su uso en cultivos que no resulten atractivos para estos insectos.
Una medida preventiva que a la fecha no ha entrado en vigor ante la falta de un consenso entre los expertos de los Estados miembros de la Unión Europea (UE); la organización Avaaz ha logrado reunir 2.5 millones de firmas de europeos a favor de la prohibición de estos derivados en el mundo.
De hecho, un par de semanas atrás, apicultores y ambientalistas en Estados Unidos presentaron una demanda contra la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, en inglés), precisamente por su negativa a prohibir los plaguicidas neonicotinoides –fabricados por las trasnacionales Bayer y Syngenta– que han sido vinculados a la grave mortandad de abejas causada en el último año.
¿Hacia una crisis en la cadena alimenticia?
Pero este curioso fenómeno también tiene un impacto importante en la producción mundial de alimentos, considerando que la Apis mellifera figura como la polinizadora de cultivos de mayor valor económico en el mundo.
Se estima que de 100 especies de cultivos que proporcionan el 90 por ciento de los alimentos a nivel mundial, 71 de estos son polinizadas por abejas domésticas, cita un informe de 2010 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, en inglés).
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), un tercio de la dieta americana está compuesta de alimentos que dependen de la polinización de este tipo de insectos, responsables de un valor agregado en las cosechas de más de 15 mil millones de dólares cada año, particularmente en cultivos especializados como nueces, bayas, frutas y vegetales.
En su sitio Web, la USDA menciona que la industria de las almendras, por ejemplo, requiere el uso de 1.4 millones de colonias de abejas melíferas, aproximadamente el 60 por ciento de todas las colonias de abejas manejadas en Estados Unidos.