El arte escénico tiene la gran virtud de poder llevar a sus espectadores por mundos imaginarios, aventuras insólitas e historias fascinantes. La actriz y titiritera Abigail Espíndola retoma esta idea y, a partir de sombras y objetos de reciclaje, como títeres de papel y juguetes, da a conocer la biografía de Joseph Carey Merrick, mejor conocido como “El hombre elefante”, cuya historia ha trascendido hasta, incluso, llegar al cine y convertirse en un ejemplo de lucha contra los prejuicios.
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La pieza El hombre elefante, que se estrenó en el año 2018, regresa para presentarse en el Teatro Sergio Magaña, con el fin de rescatar dos antiguas tradiciones: el teatro victoriano, que reunía a familiares y amigos en salones de té, así como el teatro de títeres en miniatura de México.
“Retomamos objetos de la vida cotidiana, juguetes antiguos y botellas para contar la historia de Joseph Merrick, un hombre que, desafortunadamente, tenía el Síndrome de Proteus, en el siglo XIX en Inglaterra, rescatamos esta biografía y la traemos al teatro en miniatura o teatro de juguete”, indica Espíndola.
El hombre elefante, una obra con conciencia social
La obra habla de la vida de un hombre que sufrió de una enfermedad que deformó su cara y su cuerpo, lo cual no le impidió mostrarse al mundo para reclamar respeto a su condición y el derecho a una vida digna.
Se trata de un trabajo unipersonal a cargo de Abigail Espíndola, quien recrea esta historia a partir de la premisa de que todo ser humano padece deformaciones físicas e intelectuales, por lo que se cuestiona cuál es el cuerpo ideal, y qué hubo dentro del cuerpo de Joseph Carey Merrick, quien en sus últimos años se descubrió como una persona dulce, tierna y, sobre todo, con un coeficiente intelectual superior al promedio.
“Queremos que tanto adultos, jóvenes y niños reflexionen sobre las diferencias corporales que hay entre toda la gente. La premisa de la obra es hablar sobre la belleza de las diferencias y no ver al hombre elefante como una deformidad, sino como un milagro de la naturaleza”, apunta.
Asimismo, la titiritera expone que la pieza teatral busca la empatía entre los seres humanos.
“Londres era la belleza de lo aterrador. Era el lugar perfecto para que él existiera”. Descubre cómo los tratos hacia #ElHombreElefante y su apariencia, contrastaban con su corazón de oro.
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“El público adulto casi siempre se cuestiona, pues a pesar de ser un hombre que vivió hace muchos años, en otro país, no hablaba nuestro idioma y tenía una enfermedad muy específica, aún así logramos conectar, sentir empatía al identificarnos con las deformidades que tenemos, no sólo físicas, sino los defectos que podemos tener, todos estamos deformes y tenemos algo que no queremos que el resto de la gente vea”, revela.
Por lo que espera que las y los espectadores retomen la sensibilidad y la belleza de la historia de un hombre como cualquier otro, un ser cuya inteligencia y cualidades le permitieron sobrevivir en un mundo cruel en el que, por desgracia, se influye por el aspecto físico.
Espera que este mensaje también llegue al público infantil, a quien invita a la obra para darse la oportunidad de acercarse a las personas viendo todas sus cualidades y virtudes.
“Hay mucha conciencia y empatía por parte de los niños, a pesar de que hay muchas cosas que todavía no aprenden a conectar en cuanto a reglas cívicas y de sociedad, aún así pueden conectar con la empatía y la necesidad de aquél que ha sido rechazado, eso me llegó mucho, me pareció muy lindo”, recuerda la actriz.