Salud 3.0
Con los nuevos avances en ciencia y tecnología, la medicina de vanguardia, esa que se dice ser “del futuro”, se abre paso en el presente. La innovación médica está dejando de concebirse como un suceso revolucionario más que se avecina y hoy es toda una realidad.
Eugenia RodríguezCon los nuevos avances en ciencia y tecnología, la medicina de vanguardia, esa que se dice ser “del futuro”, se abre paso en el presente. La innovación médica está dejando de concebirse como un suceso revolucionario más que se avecina y hoy es toda una realidad.
Los avances suponen, por ejemplo, desde terapias efectivas para curar enfermedades congénitas de raíz –reparando genes defectuosos– y la comercialización de nuevos fármacos que combaten el cáncer mediante la estimulación del sistema inmunológico, hasta, por supuesto, el uso de smartphones que apuestan revolucionar el control y el cuidado de la salud del paciente.
Pero se habla de avances en toda la extensión de la palabra, dando cabida a aquellos descubrimientos científicos surgidos en laboratorio que, aún en fase de ensayo clínico, han arrojado resultados prometedores.
Este grupo de tendencias médicas –o aquellas que están en vías de serlo– hacen evidente el poderoso potencial que resulta de la convergencia de estrategias como la innovación, ciencia y tecnología.
Ingeniería biomédica
El director del laboratorio de ingeniería biomédica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Robert Langer, es el responsable de impulsar la transferencia de tecnología al mercado, logrando que sus descubrimientos científicos en laboratorio se traduzcan en productos –cuenta con más de 800 patentes emitidas y pendientes de registro a su nombre– fabricados por compañías en beneficio de la salud de millones de personas.
Entre sus innovaciones, figura la regeneración de tejidos y órganos artificiales, y lo que se conoce como “liberación inteligente de fármacos”, que consiste en administrar dosis precisas de un medicamento directamente sobre las células dañadas, para tratar patologías como enfermedades coronarias, el cáncer y la diabetes.
En los casos de pacientes con cáncer de cerebro, por ejemplo, la administración “inteligente” de fármacos se realiza mediante el Implante Gliadel –uno de los productos surgidos a partir de los descubrimientos del laboratorio que dirige Langer–, una pequeña oblea biodegradable con agentes de quimioterapia, que se aplica de forma localizada sobre el área del tumor.
“Terapia génica”
Permite ubicar el gen defectuoso para convertirlo en el único blanco de ataque, para después comenzar el proceso de “reparación” o sustitución por el gen sano que necesite el paciente.
Innovación desde el MIT
En el laboratorio de Langer
Ataque al blanco
Tras una década de haberse creado el Proyecto del Genoma Humano (HGP por sus siglas en inglés), hoy en día es posible obtener de forma rápida una secuencia entera del ADN humano con técnicas de bajo costo.
Materia prima de la que se valen los científicos para identificar genes, junto con sus variaciones o alteraciones, vinculados a toda clase de patologías.
Pero para que esta información verdaderamente sea de provecho, para que una enfermedad hereditaria pueda curarse de raíz, por ejemplo, el gen defectuoso descubierto debe ser el único blanco de ataque a través de su “reparación” o sustitución por el gen sano que necesite el paciente, mismo que deberá ser insertado en su ADN.
De esto se encarga precisamente lo que se conoce como “terapia génica”, que recientemente ha comenzado a mostrar avances importantes en ensayos clínicos en humanos. En noviembre de 2012, Europa aprobó Glybera, el primer fármaco comercial de terapia génica en el mundo para tratar una de las llamadas enfermedades raras, cuyo origen tiende a ser genético.
Entre los diversos métodos de inserción de información genética, está el uso de “vectores virales” o virus genéticamente modificados que sirven de medio de transporte para trasladar y descargar una copia sana del gen defectuoso a lo largo de la cadena de ADN del paciente.
También existe una técnica de mayor precisión –y seguridad–, que consiste en utilizar las llamadas “tijeras de dedos de zinc”, estructuras de proteínas capaces de ubicar el punto específico del ADN que aloja la mutación de un gen asociado a una patología en particular, para así cortar e insertar nuevos genes.
Uno de los ensayos clínicos recientes y de mayor relevancia en terapia génica, fue el realizado por investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia y la Universidad de Pensilvania, que abordó los casos de un grupo de pacientes con “amaurosis congénita de Leber”, una rara enfermedad de retina genética que afecta a uno de cada 35 mil personas y que es caracterizada por una ceguera progresiva desde nacimiento.
Esta patología es causada por una mutación en el gen RPE65, lo que supone una barrera para la producción de una proteína indispensable en el ciclo de la visión.
En una primera fase del ensayo, se introdujo el virus portador del material genético modificado –la copia sana del gen RPE65– dentro de la retina más afectada de 12 pacientes, de los cuales seis mejoraron la visión significativamente.
Más adelante, al repetir el mismo procedimiento en cada ojo que no había sido tratado, tres mujeres mostraron mayor sensibilidad a la luz, a tal grado de poder ver en contextos con poca iluminación, reconocer rostros, leer señales de gran tamaño y evitar objetos con los que previamente se habían tropezado.
De tales genes, tales fármacos
La medicina personalizada, esa que permite “confeccionar” un tratamiento médico a la medida de las características genéticas del paciente, es otra vía de ataque al blanco.
En este campo, una enfermedad como el cáncer sirve como conejillo de indias.
Y es que “el fármaco para el cáncer promedio solo funciona cerca del 25 por ciento del tiempo. Eso significa que, como sociedad, estamos gastando 60 mil millones de dólares en fármacos que no funcionan”, dijo para MIT Technology Review Randy Scott, presidente ejecutivo de la compañía de diagnóstico molecular Genomic Health.
En breve, dado a las múltiples alteraciones genéticas que puede presentar, por ejemplo, un tumor pulmonar, no necesariamente todos los pacientes que sufren la condición responderán por igual al mismo fármaco.
La startup de información molecular Foundation Medicine Inc. ha desarrollado una prueba con la que médicos analizan muestras tumorales para examinar más de 200 mutaciones genéticas que puedan estar detonando el crecimiento de un tumor en particular.
De hecho, “cerca del 70 por ciento de los casos que se han estudiado a la fecha han proporcionado información de la que un médico se podría basar para tomar acción —mediante la prescripción de un medicamento en particular, la interrupción de un tratamiento para cambiar a otro, o inscribir al paciente en un ensayo clínico”, dice Michael Pellini, director de Foundation Medicine.
AliveCor
Es un accesorio para iPhone que trabaja en conjunto con una aplicación que permite tomar un electrocardiograma (ECG) en 30 segundos por menos de un dólar al día.
Monitor cardíaco portátil
Por 199 dólares
Smartphones como consultorio médico
La medicina también se traslada a una nueva era a medida que se deja contagiar por los avances digitales.
Y es que el interés –o quizá la obsesión, en algunos casos– por cuidar la salud, de llevar un control del bienestar físico y mental de forma práctica y económica, están hoy a merced de la tecnología.
Ahí está el monitor cardíaco AliveCor, un accesorio para iPhone que trabaja en conjunto con una aplicación, aprobada por la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos a principios de diciembre pasado, que permite tomar un electrocardiograma (ECG) en 30 segundos por menos de un dólar al día.
El dispositivo ECG, con electrodos, permite la captura de datos –impulsos eléctricos del corazón– que pueden ser enviados al cardiólogo casi en tiempo real, lo que no solo supone una mejora en la calidad de atención médica y una reducción de gastos en la atención sanitaria , sino que sirve de alerta al especialista para realizar un diagnóstico remoto temprano y actuar en consecuencia.
Y es que el que un paciente tenga la posibilidad de estar al tanto de sus datos y de interactuar con su médico de forma continua, “es uno de los asuntos más importantes de los derechos civiles de nuestra era”, dijo en su plática de TEDMED la cardióloga y directora del Centro de Computación Corporal de la Universidad del Sur de California (USC).
Saxon, quien se especializa en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades cardíacas mediante el uso de sensores portátiles integrados en los pacientes, ha lanzado la iniciativa global everyheartbeat.org, con la que, dice, busca registrar el latido de corazón de cada persona alrededor del mundo mediante el uso de miles de millones de smartphones.
Un sistema que se espera estar listo para fines de 2013, en el que “cualquiera podrá iniciar sesión de forma segura y empezar comenzar a registrar la narrativa de su salud a través de su teléfono móvil”, menciona el sitio.
El derecho a saber
Plática de Saxon en TEDMED
‘Consultorio móvil’
Dos opciones de innovación móvil, proyectos que están desarrollando aplicaciones para monitorear y diagnosticar desde el smartphone:
Monitorea tu salud
Latidos vía wireless
Diagnósticos móviles
CellScope evita la visita al pediatra