Las autoridades mexicanas no lograron su cometido: salvar al mexicano Roberto Moreno Ramos de su ejecución en territorio estadounidense.
Después de haber estado 25 años de prisión, en Texas y de ser sentenciado a pena de muerte por asesinar a su esposa e hijos, este miércoles las autoridades estadounidenses terminaron con la vida del hombre a través de una inyección letal.
La SRE señaló que la Corte de Apelaciones Penales estatal, la Corte federal para el Distrito Oeste de Texas, la Corte federal de Apelaciones del Quinto Circuito y la Suprema Corte de los Estados Unidos se negaron a emitir una suspensión de la ejecución.
El pasado 12 de noviembre, la Cancillería advirtió que era difícil revertir la pena del mexicano, e incluso el director general de Protección a mexicanos en el exterior, Jacob Prado González, había asegurado que continuaría realizando todos los procesos legales disponibles, así como los políticos y diplomáticos, para que se pudiera salvar la vida de Roberto.
En ese sentido, el asesor jurídico de la Cancillería aseguró en rueda de prensa que la víctima era un caso especial por la violación de los derechos humanos y derecho internacional, pues Moreno formaba parte de una lista de medio centenar de reos mexicanos en Estados Unidos amparados por una sentencia de 2004 de la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
Ninguno de los abogados que defendió a Roberto en primera y segunda instancia judicial utilizó ese argumento, de acuerdo con el director del Programa de Asistencia Jurídica en Casos de Pena de Muerte, Greg Kyukendall
El director agregó que las autoridades estadounidenses no le informaron a las mexicanas, sino hasta meses después, sobre la detención de Roberto Moreno Ramos.
El crimen
A inicios de los años 90, Roberto Moreno Ramos vivía en la localidad texana de Progreso en Estados Unidos con su esposa, Leticia, y sus dos hijos Abigail y Jonathan, de siete y ocho años respectivamente.
En una ocasión, uno de sus vecinos aseguró escuchar el grito de la mujer, y que a partir de ese entonces la familia de Moreno nunca fue vista de nuevo.
Tan sólo días después el hombre se casó con otra mujer. Cuando las autoridades le pidieron registrar su hogar, ella no se opuso. Sin embargo, fue encontrado un mazo ensangrentado en la residencia.
Cuando Moreno era cuestionado sobre el paradero de su familia, respondía con evasivas, pero con el tiempo confesó que sólo había matado a su esposa, aun cuando los tres cuerpos tenían heridas similares en la cabeza.