Desdibuja Covid-19 a Pilares y a trabajadores

Desde hace más de un mes, los Puntos de Innovación, Libertad, Arte y Educación Social cerraron por la pandemia sin estrategia para continuar con las actividades a las que acuden miles de usuarios y con irregularidades en los apoyos económicos de quienes las imparten
Luz Rangel Luz Rangel Publicado el
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El 2020 era el año para afianzar a los Puntos de Innovación, Libertad, Arte y Educación Social, mejor conocidos como Pilares. Pero suspendieron actividades desde el lunes 23 de marzo a fin de contener la propagación del Covid-19.

“La indicación fue de un día para otro. La SEP ya había dicho que no iba a haber clases y nosotros seguíamos trabajando de forma regular hasta que un viernes nos dijeron que a partir del lunes ya cerrábamos. Fue tratar de avisarle a los usuarios que se pudo porque entre semana no les habíamos dicho nada”, dice en entrevista con Reporte Índigo María, docente de Pilares Cuchilla de Padierna, cuyo nombre fue cambiado por seguridad.

Estos centros ofrecen, sin costo, actividades educativas, culturales, deportivas y de capacitación para el empleo a habitantes de 333 colonias, barrios y pueblos con índices de desarrollo social bajo y muy bajo en las 16 alcaldías.

Sin embargo, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei) de la Ciudad de México, responsable de la ejecución del programa, no ofreció una alternativa ante la pandemia. Los promotores tienen que presentar su plan de actividades, organizar la reapertura por áreas, lecturas, cuestionarios o reseñas.

“Los facilitadores estamos trabajando desde casa pero en cuestión del seguimiento a los alumnos no hay una estrategia clara”, comenta José, docente en Pilares Coltongo cuya identidad también fue modificada.

Son los propios docentes, talleristas y monitores quienes tuvieron que ajustar los cursos, aunque en muchos casos no fue posible.

“Varios compañeros están dando atención por WhatsApp, pero en mi caso, como trabajo con niños desde los 4 a los 12 años, no puedo hacerlo”, expresa Juan, tallerista en Pilares Atlampa.

En cada sede hay una ciberescuela, no sólo para consultar internet, sino para concluir en línea la educación básica o carreras técnicas.

“Para los usuarios las actividades están paradas, los de ciberescuela sí pueden tener acceso en línea. Pero de todos modos, quienes no tienen computadora o internet, no pueden”, menciona Ana, facilitadora itinerante en los Pilares Emiliano Zapata, Xalli y Centenario y quien pidió resguardar su nombre para evitar represalias.

Condiciones precarias en Pilares ante el coronavirus

Hasta el 29 de enero había 120 Pilares concluidos, 59 en obra y 18 en licitación. En el primer mes del año, la Gaceta Oficial de la Ciudad de México publicó la primera de tres convocatorias anuales para docentes, talleristas, monitores y administrativos.

Con un presupuesto de 136 millones 500 mil pesos para el ejercicio fiscal 2020, que aumentó 29.13 por ciento con respecto al año en el que Pilares comenzó, la Sectei a cargo de Rosaura Ruiz Gutiérrez se propuso incorporar mil 851 facilitadores. Sin embargo, en entrevista, señalan las condiciones precarias de su actividad.

“Nosotros no somos trabajadores a pesar de que cubrimos un horario fijo que ellos nos ponen de acuerdo con las necesidades del programa y tenemos jefes directos. Nos dicen que somos becarios”, señala María, de 36 años.

Entre el lunes y el domingo, los beneficiarios de “Educación para la Autonomía Económica en Pilares, 2020” deben tener disponibilidad para cubrir seis horas diarias, en total 30 semanales.

“No tenemos ningún derecho laboral, en situaciones como esta, por ejemplo, no tenemos seguridad médica, estamos totalmente a la deriva. Tampoco contamos con la garantía de que al año que sigue vamos a continuar en el programa o nos van a dar de baja”, habla con respecto al coronavirus.

Para ser docentes, deben tener estudios de licenciatura; si quieren desempeñarse como talleristas o monitores deben presentar su certificado de secundaria. El apoyo va de los 7 mil a los 9 mil pesos a mes vencido, en un sólo depósito que no siempre llega los primeros 10 o 15 días del mes, como les aseguraron los directivos.

“Yo soy de continuidad, llevo un año en el programa, entré en abril de 2019 y el primer pago llegó tres meses después, hasta junio”, reclama Ana, de 30 años.

Las irregularidades continúan en este año. El 16 de abril, los facilitadores de nuevo ingreso solicitaron por escrito a Aureliano Morales, director General de Administración y Finanzas, que les informara sobre las dispersiones de febrero y marzo.

“Uno tiene necesidades de renta, de comida y es necesario contar con tu dinero del mes ya trabajado porque son cosas que no esperan. Si uno realiza sus actividades en tiempo y forma, el pago también tendría que ser así”, insiste José.

El jueves y viernes de la semana pasada las autoridades cubrieron el mes de febrero pero por cuestiones burocráticas, en algunos casos, sigue pendiente la ayuda de marzo.

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