Solo un día después de su publicación, ya hay una campaña contra la Ley General de Víctimas, denuncia Jorge González de León, vocero del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD): “A nuestros enemigos les pudo mucho porque es un logro del movimiento”.
Indica que “esto ha sido un gran campanazo” de la organización que encabeza el poeta Javier Sicilia y que hay mucha gente enojada: “Uno, porque no participaron en el asunto y dos, porque están en contra del avance de los derechos humanos en el país”.
En su opinión, hay una consigna contra el movimiento que había mantenido un bajo perfil y ahora “brinca a la palestra otra vez y esto genera mucha oposición”.
González afirma que “se está haciendo un falso debate” que confunde los términos sobre lo que significan violaciones de los derechos humanos en algunos foros mediáticos y jurídicos.
“Dicen: si hay un asesinato, ¿no es una violación de los derechos humanos? Pues no señor, violación de los derechos humanos viene del Estado o de un particular coludido con el Estado”. A su juicio, esto es fundamental para entender el concepto.
“Evidentemente” –agrega- “fuera del lenguaje técnico-legal cuando robas a una persona o la desapareces o la asesinas estás violando todos los derechos humanos, pero no se te señala como violador de los derechos humanos, sino como asesino o secuestrador o lo ya tipificado en la ley”.
Pilar de Sicilia y poeta como él, recuerda que la mayor dificultad fue lograr que el Estado aceptara su responsabilidad en la generalización de la violencia en el país, “cosa que Felipe Calderón nunca quiso hacer”. Y en lo referente a los recursos para ponerla en practica, “entraña muchos detalles técnicos que aún se deben ajustar”.
Hay que recordar que, durante el sexenio de Felipe Calderón, más de 80 mil personas habrían muerto y otras 20 mil habrían desaparecido, según distintas fuentes, en la guerra contra el narcotráfico.
El debate
Sobre las recientes declaraciones de Miguel Alessio Robles, curiosamente ex asesor jurídico de Calderón –quien al principio se comprometió a apoyar la ley pero luego la bloqueó en la Corte-, sobre la nueva legislación como norma inconstitucional e inoperante, sin recursos para operar y reglas de subsidio para que el Estado pague a las victimas, González recuerda que hubo dos opciones.
Poner las modificaciones primero y luego aprobar la ley o hacerlo al revés. “El asunto técnico que plantea Alessio que lo ponga sobre la mesa y lo debatimos”, dice.
Destaca que lo más importante es que la norma entre en vigor y que sea retroactiva. “Urgía que entrara porque las víctimas y sus familiares, que se cuentan por cientos de miles, estaban indefensos. Que se siga adelante con las modificaciones que se tengan que implementar”, dice, “es algo normal en una ley. Por eso es un falso debate, si vamos a esperar tener la ley perfecta del cosmos para que se publique nunca se va a publicar”.
Los crímenes siguen
Y puntualiza: “El Movimiento sigue en la lógica de las víctimas. En ese sentido, era indispensable que el Estado tomara la responsabilidad, cosa que Calderón nunca quiso hacer. Y que empezara a haber mecanismos de protección a la población. Sobre todo, cuando en el inicio del nuevo sexenio la violencia no para”, recordando que los crímenes no han cesado tras el cambio de poder de diciembre.
Pese a eso, González califica de “acierto del presidente (Peña Nieto) y le reconocemos que haya dado este paso. Esto no significa que se haya parado toda la violencia ni que no haya otros pasos que dar como dijo Javier (Sicilia)”.
De acuerdo con González de León, las modificaciones legales corresponderán a los legisladores, mientras que la sociedad humanitarias deberán vigilar que se cumpla e instrumente la nueva ley.
Por delante, queda todo el diseño del Sistema de Seguridad Nacional para las víctimas, un proceso largo.
“Pero ahora importa ganar el debate sobre la pertinencia de la ley”, agrega. Que los medios no tergiversen la información y formen parte de un debate serio. “Todo lo que se ha dicho, por ejemplo en Milenio, ha sido una deformación y un falso debate a partir de intereses particulares y del odio que ciertos personajes le tienen a Javier y al movimiento, como hace Carlos Marín (director de Milenio). Te lo digo a título personal y lo puedes poner”.