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Esta semana está marcada por la amenaza de huelga en el Metro de la Ciudad de México, el transporte que funciona como arteria vital para mover a 5 millones de pasajeros.
Detrás de este amago está la confrontación llana entre Fernando Espino Arévalo, longevo líder del Sindicato Nacional de Trabajadores del Transporte Colectivo (SNTTC) y también diputado local por el Verde Ecologista, y Joel Ortega Cuevas, actual director del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC).
La amenaza de paro por parte de los trabajadores del sindicato va más allá de exigir a las autoridades del Gobierno del Distrito Federal (GDF) que encabeza Miguel Ángel Mancera la activación de 2 mil 300 plazas nuevas.
De fondo, el conflicto surge por la disputa en la asignación de los Permisos Administrativos Temporales Revocables (PATR) que otorgan las autoridades del Metro a particulares para la prestación de servicios.
El conflicto
Desde hace poco más de tres meses, el líder del sindicato del Metro, Fernando Espino, con la ayuda de otros funcionarios del transporte naranja, comenzaron a inconformarse por la forma en que Joel Ortega Cuevas comenzó la revisión y distribución de PATR y de contratos de empresas privadas.
Los agremiados de Fernando Espino comenzaron una contraofensiva que sólo podía observarse en andenes y cajas expendedoras de boletos al interior del Metro.
La petición hecha a través de cartulinas fue directa: exigían la salida de Joel Ortega del Metro.
La operación ocurrió durante meses en las estaciones de mayor afluencia del Metro como Pino Suárez, Hidalgo, Balderas, Pantitlán, Chabacano y Tacubaya.
A Joel Ortega y su equipo de colaboradores que llegaron con él desde que Mancera le dio el nombramiento, les llamaron abiertamente en estas cartulinas “policías corruptos”.
Poco a poco, los trabajadores comenzaron a ventilar la verdadera inconformidad del sindicato contra el exsecretario de Seguridad Pública del DF, a quien acusaron de contratar a nuevas empresas para dar mantenimiento a la Línea 12 del Metro, la llamada “Línea Dorada”, que desde que fue inaugurada por Marcelo Ebrard Casaubón ha presentado múltiples problemáticas de operación.
Según las acusaciones de algunos sindicalizados, Ortega Cuevas habría contratado a cuatro empresas para dar mantenimiento nocturno a rieles, líneas eléctricas, andenes y trenes de la Línea 12, dejando de lado a la empresa Lander, que presta dicho servicio y a los trabajadores del sindicato.
Ya en el pliego petitorio que hizo oficial el sindicato exigieron que “el mantenimiento en Línea 12 a trenes e instalaciones fijas, es materia de trabajo de nuestra empresa y debe realizarse por los trabajadores del Metro. No aceptaremos intrusos en nuestra fuente de trabajo”.
Al sentir en riesgo sus intereses, Fernando Espino Arévalo declaró la guerra frontal al exsecretario de Seguridad Pública y a su equipo, muchos de los cuales fueron sus colaboradores en la SSPDF.
Tercera en discordia
A la inconformidad de los sindicalizados se fueron sumando otras áreas del Metro que decidieron unirse para hacer un frente común contra la nueva administración.
Así es como salta al ring una vieja y conocida funcionaria del Metro, Lucero Helena Ocampo Nájera, conocida como “La Barbie”, quien comenzó a gestar un movimiento para “levantar en armas” a los comerciantes que poseen un Permiso Administrativo Temporal Revocable.
En el 2011, Ocampo Nájera se había desempeñado como subgerente de Administración de PATRS durante la administración de Francisco Bojórquez al frente del Metro.
A los actuales operadores se les explicó que sus permisos estaban en riesgo ya que Joel Ortega Cuevas y su equipo podrían disponer de ellos y retirarlos en cualquier momento.
Así fue como se creó, presuntamente a espaldas de Joel Ortega y del propio jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, la Asociación Mexicana de Permisionarios (AMPCO) que opera permisos indistintos para operar los sanitarios, la venta de comida e infinidad de servicios en el Metro.
A la cabeza, Lucero Helena Ocampo, quien logró reunir a más de 380 comerciantes que operan más de 2 mil 400 locales en la red del sistema de transporte colectivo de la capital.
Mientras, el Metro casi muere
Para esta semana del 8 al 14 de julio, Espino Arévalo ya emplazó a las autoridades a que en caso de que no se cumplan sus exigencias comenzará una jornada de brazos caídos y los trabajadores no laborarán tiempos extras.
Posteriormente la presión será mayor, y amenaza con parar tres de las más importantes líneas del Metro que dan servicio en la capital.
Mientras esto ocurre y tendrá que solucionarse esta semana, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) se mantiene en la congeladora un proyecto que urge efectuar una inversión superior a los 4 mil millones de pesos al Metro, cada año, para mantener trenes y rehabilitar sus instalaciones.
Según este documento, el gobierno de Miguel Ángel Mancera tendría que destinar al menos 30 millones de pesos en su administración exclusivamente para reparar los 380 trenes con que cuenta la red naranja de la capital.
Los recursos también se emplearían para mejorar algunas de las vías que cuentan con 35 años de antigüedad, muchas sin el mantenimiento necesario.
Diagnóstico grave
El panorama presentado ante la ALDF por el propio Espino Arévalo describe un diagnóstico grave del Metro que pone en grave riesgo a los usuarios.
Según el mismo, al menos 96 trenes que salen a dar servicio a los pasajeros requieren reparación inmediata, pues cuentan con problemas en el frenado y la tracción.
Los vagones más dañados se localizan en las líneas 5 y “A”, por lo que es urgente cambiarlos por nuevos, o en el menor de los casos darles mantenimiento.
Con el reporte de la situación por la que atraviesa el Metro, el dirigente sindical se lava las manos de cualquier eventualidad que llegue a ocurrir y se convierta en tragedia.
Mientras Espino Arévalo advierte sobre la grave situación de los trenes del Metro y amaga con una huelga, la Oficialía Mayor del GDF se amparó ante los juzgados del Trabajo para negar las basificaciones que exige el sindicato.
No es la primera vez que Espino Arévalo enfrenta al GDF. Lo hizo en la administración de Andrés Manuel López Obrador y salió invicto. El líder se mantiene inamovible.
Ahora enfrenta a Mancera y específicamente a Joel Ortega Cuevas, el funcionario capitalino que le resulta incómodo.