Karla Hernández, la ‘nana‘ de las superestrellas
Karla Hernández tiene el trabajo soñado por muchos fans de bandas como Metallica y Scorpions, ya que su profesión consiste en llevar a estos artistas a los sitios de los conciertos y a los hoteles; para ello tiene que cuidar todos los detalles y en el camino se ha topado con los grandes seres humanos que están detrás de cada leyenda de la música
Julio RamírezKarla Hernández es encargada de logística para empresas y promotores que traen a superestrellas a México. Es la encargada de que todos los detalles estén listos para que cuando se enciendan las luces del escenario el artista esté en sintonía con el público mexicano.
Desde Kiss, Metallica, Carlos Santana y Megadeth hasta Justin Bieber. Varios DJ’s, la banda Scorpions, Gun`s n`Roses y el legendario Roger Waters –fundador de Pink Floyd–. Aquellos que levantan una mano y hacen estremecer los estadios han estado bajo su resguardo cuando vienen al país.
“Soy, para empezar, la primera cara que ven los artistas o sus equipos al llegar al país. Por lo mismo, de alguna manera te conviertes en su ‘nana’, es un poco mi chamba, ser su ‘nana’, y pues ver todo lo que necesitan, ‘oye, que se enfermó’, ‘que necesita un doctor’, ‘que quiere equis cosa extravagante, dónde la consigo’, ‘quiere comer equis cosa’, para con ellos es una gran responsabilidad, pero también para el promotor con quien yo trabaje en ese momento”, explica Karla Hernández, quien ofrece por primera vez una entrevista.
Un error puede hacer que un artista esté a disgusto y se enoje en el escenario.
“Mi trabajo consiste en tener preparado todo para cuando llega un artista y su crew (equipo) al país, esto en cuanto a hoteles, permisos de migración, transportación e incluso a veces también los mismos vuelos. Yo veo todo eso. Yo me encargo de hacer sus reservas de hotel casi siempre”, explica la experta en logística quien afirma que su carácter le ayuda mucho a resistir la fuerte tensión y las presiones.
Hay que sortear a los reporteros y a los fans que se aglutinan en los hoteles y en las calles para ver por un instante a su artista. Ella, por su trabajo, está al lado de las leyendas de la música en sus momentos de mayor intimidad.
Karla tiene una colección de plumillas que colecciona de la mayoría de las bandas con las que ha trabajado. Es común que la gente del staff tras el concierto les regale las plumillas con la que se toca la guitarra o el bajo.
Palomazo de altura para Karla Hernández
En una ocasión, le tocó escuchar un “palomazo” de Scorpions en vuelo privado con la banda.
“Es muy padre. Para empezar, subirte a un avión privado, pues no cualquiera, y hay unos que están increíbles. Volé con Phill Collins, volé con Scorpions, con los músicos de Roger Waters. El avión de Phill Collins era enorme, había espacio entre un asiento y el otro de kilómetros, el asiento casi casi se hacía cama, salían pantallas de los asientos, te dan camarones, champagne, agua Fiji. O sea, es increíble la atención de los aviones privados es muy padre. ¡Y vas con ellos!”
“El avión de Scorpions era un avión muy pequeño, como de película realmente. Y vas platicando con ellos. Vas tocando la guitarra. Es increíble esa experiencia de convivir tan cerca con estas bandas”, cuenta en entrevista con Reporte Índigo.
Una de las cosas que más le ha impactado es conocer a grandes estrellas internacionales que en el fondo son personas de una gran calidad humana.
“En mi experiencia las bandas con más trayectoria, con más años, son las que son más tranquilas, son más profesionales, son más educados, son buena onda, atentos, generalmente sí. No es una regla, pero la mayoría de los artistas con mayor trayectoria en cuanto a tiempo son más sencillos y más tranquilos. Yo creo que tuvieron su momento de locura y rockeo intenso”, bromea.
La voz de James Hetfield
Una gran sorpresa fue conocer a Metallica, de quienes ha sido seguidora desde siempre, con quienes convivió y encontró en ellos a grandes personas. Y así ha tenido grandes sorpresas.
“Personalmente yo soy muy fan de Metallica, a mí me encantó haber trabajado con ellos como dos o tres veces. De pronto me dí la vuelta y choque con James Hetfield, escuché su vos atrás de mí. ¡Fue increíble! Ellos para mí, por ser fan, fue muy padre, pero ha habido otros, yo no era tan fan de Scorpions y me parecieron increíbles, por ejemplo, Joss Stone me pareció una chava ¡wow! superlinda, súper buena onda, atenta, de corazón increíble”, afirma.
Y en los devenires de su profesión se ha encontrado también con fiestas u otras facetas de los artistas.
etas de los artistas. “Hay otros muy divertidos, Paul Oakenfold es superfiestero, es muy divertido, Robbie Williams también es un tipazo, Roger Waters es una leyenda y el tipo es encantador, toda su crew y su equipo también”, cuenta con risas.
Con Metallica la relación se fue al grado de que les compró medicamentos y artículos que le encargaban directamente los integrantes de la agrupación.
“Me hacían listas y me la pasaba comprando tenis, bocinas, iPods, ropa negra, bóxers, calcetines, nada exótico, pero fue padre porque había medicinas, algunas medio complicadas de conseguir, entonces me daban plumillas, fotos autografiadas, playeras, cosas del merch para llegar con las farmacias o con los doctores y decirles ‘mira, estoy trabajando con ellos, te doy esta foto autografiada, ayúdame’. Fue bastante divertido”, rememora.
La búsqueda de médicos y dentistas a toda hora es algo que es bastante frecuente.
“Dave Mustaine la última vez que vino con Megadeth estaba todo contracturado, el pobre casi casi que no se podía mover, le trajimos un doctor, y masajistas, que a cada rato les estamos llevando”, platica.
En su única visita a México, el canadiense Justin Bieber estaba indeciso sobre qué actividades hacer, y eso la metió en serias complicaciones.
“Justin Bieber estaba chavito, el pobre se aburre, y de pronto decía ‘quiero ir a Acapulco a surfear’, entonces checa todo lo que hay que hacer para llevarlo rápido en helicóptero, en avión, a ver en qué, a surfear. Checamos todo el tema y salió con que siempre no, mejor quiero ir a jugar hockey, entonces a checar con las pistas de hielo para ver dónde puedes llevar al niño a jugar hockey”, relata Karla Hernández.
“Y no, mejor no. Quiero ir a jugar boliche. Así nos trajo todo el día y al final no hizo nada. Anduvo jugando ahí en el venio (sitio del concierto) con un carrito, como un jeep que era un carrito de golf con motor, agarraba motos, como que se aburre y se inventa cosas que hacer”, cuenta.
Este año 2020 reconoce que ha sido excepcional luego de que la industria se detuvo por completo. Ahora solo falta esperar a que pase la pandemia para volver a estar en los aviones privados, hacer reservaciones en los restaurantes o salir a buscar un médico por la madrugada porque esas superestrellas cuando están fuera del escenario tienen que sobrellevar la convivencia con el ser humano que llevan dentro.