Durante los últimos años, las autoridades ministeriales y forenses de Jalisco incineraron o sepultaron en fosas comunes cerca de mil 800 cuerpos cuyas identidades jamás fueron determinadas.
Cuando un cuerpo es cremado es prácticamente imposible que de sus cenizas se pueda extraer material genético (ADN) que permita generar un perfil para conocer su identidad.
Esta situación se torna preocupante si se toma en cuenta que el estado se encuentra entre las tres primeras entidades del país con más desaparecidos.
Luis Herrera