El uso de tecnología de imágenes tridimensionales para realizar cirugías mínimamente invasivas no es algo nuevo.
Pero hasta ahora, operar el cerebro en 3D había resultado sumamente complejo, dado a que el tamaño de los instrumentos tubulares que se requieren en la neurocirugía para acceder a dicho órgano –endoscopios– y para producir imágenes en alta calidad son grandes y poco flexibles.
Eugenia Rodríguez