Dentro del bar Sabino Gordo un grupo de albañiles sigue el ritmo de una radio que rasga las notas de una canción de Los Cadetes de Linares: ya la fuente se secó/ el canario ya murió/ pero aquí no hay novedad.
Como si se tratara de eliminar cualquier evidencia, el mencionado centro nocturno hoy luce remodelado y casi como nuevo.
Atrás quedaron los impactos de bala que permanecieron en la fachada por más de cuatro años luego de que el Cártel del Golfo atacó al de Los Zetas.
Félix Córdova