Un sujeto en ropa interior baja de una casa rodante con un laboratorio de metanfetamina a bordo, toma una cámara y deja un último mensaje para su familia antes de hacer frente a la ‘policía’, coge un arma y se coloca a la mitad de un desértico camino de Nuevo México para hacer frente a lo que parece ser su inevitable final.
De esta forma arrancó hace 10 años el primer episodio de ‘Breaking Bad’, la exitosa serie de AMC que no sólo cambió el mundo de la televisión, sino también la vida de Bryan Cranston, el camaleónico actor que ya había fascinado al público como Hall, el desastroso pero bienintencionado padre de familia de la serie ‘Malcolm in the middle’.
Breaking Bad inició su camino en la televisión siete meses después del final de ‘The Sopranos’, la serie de HBO que desdibujó la línea entre el bien y el mal con Tony Soprano (James Gandolfini), el temible jefe de la mafia de Nueva Jersey que tomaba terapia psicológica, se preocupaba por el futuro de sus hijos y enloquecía ante cualquier acto de maltrato animal.
La gran diferencia entre Tony Soprano y Walter White es que el primero es de inició a fin un matón temido y respetado, mientras que el personaje interpretado por Cranston comienza su historia como un completo don nadie de quien todos abusan, pero termina convertido en uno de los narcotraficantes más temidos de la frontera; una perfecto arco de transformación.
Si bien Walter White y su alter ego, Heisenberg, fueron creados por David Chase, la mente maestra detrás de la serie, Cranston fue el encargado de dar forma al fracasado profesor de química que se alía con su ex alumno Jesse Pinkman para vender metanfetaminas. Se trata hombre con todas las posibilidades en contra; 50 años, un cáncer recién diagnosticado, dos trabajos en los que gana mal, un hijo con problemas de motricidad y una esposa embarazada.
Para dar vida a Walter, Cranston se inspiró en su padre; un boxeador y actor de medio pelo que por varios años intentó hacerse de un nombre en Hollywood, aunque sin mucho éxito. El padre de Bryan se transformó en un ser depresivo que provocó que sus hijos se alejaran de él durante varios años, según ha narrado el propio Cranston en distintas entrevistas.
Bryan estuvo cerca de repetir el destino de su padre. Se inició como policía pero se decantó por la actuación. Cranston tuvo que picar piedra durante varios años, la mayor parte de su carrera la pasó de comercial en comercial, como actor de doblaje o haciendo personajes secundarios en series como ‘X-Files’, hasta que llegó Malcolm.
Su papel en Breaking Bad le valió cuatro premios Emmy, tres de ellos al hilo como mejor actor de drama, un récord que muy pocos pueden presumir. El personaje de Walter White causó tal impacto que no se creía posible que Bryan pudiese desmarcarse de éste, pero el talento de Cranston hizo que continuará en ascenso.
Tras el final de Breaking Bad, la carrera de Cranston no se apagó como la de otros artistas de la televisión, incluso llegó a ser nominado al Oscar en 2016 por la cinta ‘Get a Job, Trumbo’, donde interpreta a Dalton Trumbo y en 2014 ganó un Tony como mejor actor principal en una obra de teatro por All the way.