Rick Perry, gobernador republicano de Texas, decidió entrarle con todo al juego político que, él argumenta, busca desprestigiarlo.
Perry, quien ha prometido luchar en contra de los cargos que se le han imputado tras realizar una amenaza de veto al financiamiento de una contraloría estatal, se entregó ayer a la Corte del Condado de Travis para que se le tomen sus huellas dactilares y su fotografía de fichaje. El viernes se llevará a cabo su juicio.
Coerción y abuso
Indigo Staff