El tecleo incesante desde una locación desconocida del mundo enuncia un discurso de odio que es irrefrenable, la encriptación se procede al terminar el edicto del mal y se intercambia entre portales hasta perderse en el ciberespacio y llegar a su destinatario oculto.
Así operan los yihadistas que desean mantener el bajo perfil de su organización sin ser detectados a través de Internet. Pero Google tiene un plan para que los militantes del Estado Islámico (EI) salgan de la Dark Web.
Indigo Staff